Este inmueble fue hogar de anticuarios, maestros artesanos residentes en el barrio gótico desde el año 1700.
Los bisabuelos de la propiedad trabajaban para la catedral como tallistas ebanistas: el retablo de la entrada posterior de la catedral fue manufacturado por el bisabuelo mientras la bisabuela tejía casullas papales bordadas en oro.
El piso contiene todo su mobiliario modernista original - siendo uno de los escasos inmuebles burgueses que conserva el inconfundible estilo de la época – y está situado en un lugar emblemático en el mismo centro del barrio gótico: la plaza del Rey (centro político del Medievo, año 1.230).